mensaje nacional

Mensajes nacionales por el Día Mundial del Teatro 2011: Delfina Paredes y César de María

"Lock Out", de César Vallejo, dirigida por Carlos La Rosa durante el 2010.

Este año, el mensaje peruano por el Día Mundial del Teatro ha sido escrito por el dramaturgo César de María, uno de los más reconocidos en el ámbito nacional. Este mensaje corresponde a la selección hecha por ITI-UNESCO Perú.

Asimismo, el segundo mensaje que incluimos en esta entrada ha sido escrito por la renombrada actriz Delfina Paredes, y se trata del Mensaje Nacional por el Día Mundial de Teatro difundido por MOTIN (Movimiento de Teatro Independiente).

Ambos mensajes nos presentan una visión distinta, pero, a la vez, rica en experiencias y reflexiones valiosas para quienes vivimos y amamos la actividad teatral. Sin más preámbulos, los mensajes nacionales por el Día Mundial del Teatro 2011. (más…)

Llegó el Mensaje Nacional por el Día Mundial del Teatro 2010

Esta año, la encargada de escribir el Mensaje Nacional ha sido la actriz María Luisa de Zela. «La persistencia de lo efímero» es el nombre de este mensaje que será leído en cada ceremonia por el Día Mundial del Teatro que se realice en nuestro país. A continuación…

LA PERSISTENCIA DE LO EFÍMERO.

El teatro es un arte que se hace realidad en la interacción viva y directa entre los artistas y  el público, es en ese mágico encuentro que el hecho teatral adquiere sentido y valor. Esta particularidad convierte al teatro  en un arte efímero por naturaleza, dura lo que dura la representación.

Este carácter efímero es quizá lo que haya motivado muchas veces a hablar sobre su desaparición.

En el siglo XIX a raíz del nacimiento del cine en 1825, con la primera presentación pública del cinematógrafo por los hermanos Lumiere en Francia, hubo quienes empezaron a decir que el teatro seria desplazado por este nuevo arte  y que iría desapareciendo poco a poco, luego en el siglo XX fue la televisión. Nuevamente el fantasma de la muerte acosaba al teatro.

Posteriormente con el desarrollo de los medios masivos de comunicación y el avance vertiginoso de la tecnología, muchos pensaron nuevamente que el teatro estaba finalizando sus días. Sin embargo, el teatro, como todo arte, nos lleva a la creación, es arte y es a la vez ciencia  que  evoluciona, ha existido y acompañado al hombre desde sus orígenes, por ello no tiene un sólo rostro, un sólo sentir, y es por excelencia un vehículo para la expresión de la diversidad, de las fuerzas y pasiones individuales y colectivas en su infinita gama de posibilidades.  El teatro como el fuego, puede ser efímero en su danza, pero al mismo tiempo es capaz de dejar huellas profundas, y es en este carácter paradójico donde radica su magia y su fuerza. Su persistencia se nutre del contacto humano, de la sensibilidad, del cambio, de la  rebeldía y capacidad de trasgresión. El teatro es aquel lugar utópico pero al mismo tiempo tangible y concreto donde lo imposible se hace posible a través de nuestra tenacidad e imaginación. El teatro, como decía el maestro Jerzy Grotowski,  es una reserva de humanidad, un lugar para el encuentro, donde el conflicto, el cuestionamiento y las diferencias pueden ser bienvenidos y canalizados como el mejor estimulo para la acción, la creatividad y la transformación.

Hacemos teatro en las salas conocidas, pero también en las losas de los barrios, en grandes festivales y en pequeñas escuelas, en la ciudad y en el campo, lo practican los adultos, los niños y jóvenes, los profesionales y los aficionados, y cada experiencia como en la naturaleza, cumple una función y contribuye con sus particularidades a la vida teatral de las comunidades. Nutren al teatro los diversos espacios de formación actoral, los grupos y los elencos, los laboratorios y proyectos de investigación, las actrices y actores solitarios, los trashumantes y las instituciones estables, los consagrados y los anónimos,  el público amante del arte, los técnicos, los dramaturgos, productores y críticos,  y la lista puede continuar. En este contexto es necesario desarrollar una visión ecológica, holística, para comprender y valorar el sentido de cada aporte desde una mirada respetuosa e inclusiva, pero al mismo tiempo inquieta, crítica y constructiva. Es indispensable, como nos enseña el teatro, abrir la mente y los sentidos, volver a mirar cada vez, dudar,  reinventarnos y ensayar con audacia nuevas posibilidades.

Especialmente en un país como el nuestro, carente de políticas culturales y donde muchas veces la valoración de la cultura se reduce al registro y divulgación  de la actividad de pequeños grupos, cuyas creaciones son muy importantes y valiosas, pero no únicas ni absolutas, es necesario replantear paradigmas y articular todos los esfuerzos, acogiendo la diversidad de propuestas como un signo de madurez y amplitud.

Por ello, celebrar el Día Mundial del Teatro en la localidad de Santiago de Carapongo, tiene un especial significado y nos ayuda a recordar que el teatro puede nacer en cualquier momento y lugar donde teatristas y público estén dispuestos a  compartir,  transformar, imaginar, recordar, afirmarse y dudar, celebrando su humanidad en este acto irrepetible, efímero pero persistente.